18 Julio 2018 (por Arturo Gómez Fernández)
Acaba de finalizar esta triste efeméride, que en el municipio en que vivo es más que una fecha de triste recuerdo, una calle, mejor dicho, una avenida, que, aunque lleva muchos años denominándose oficialmente de la Constitución, sigue llamándose popularmente por la mayoría de la población, incluidos jóvenes y personas que abominan del alzamiento fascista, el dieciocho de Julio. No le encuentro una explicación lógica a esta situación, sobre todo si tenemos en cuenta que la Avenida de la Libertad, así llamada oficialmente y oficiosamente por toda la población ( incluidos los nostálgicos del yugo y las flechas, del pollo y la camisa azul), es mas, casi nadie se acuerda del antiguo nombre Avenida de Alhucemas. La única explicación que se me viene a la cabeza es que la constitución monárquica del 78, al que se dedica la calle que empieza en la plaza de toros y acaba en la antigua academia de la guardia civil, es en parte consecuencia, tras el paso de los años y el afinamiento de las costumbres liberticidas de nuestros poderosos, de aquel golpe contra una república. El poso del padre cala más que el hijo, todavía al menos a mi, me cuesta trabajo llamar rey al antiguo príncipe de Asturias y rey emérito al antiguo rey.
La actualidad anda muy plagada de estos temas antiguos, prehistóricos para el joven aspirante a liderar el principal partido de la derecha española, Casado decía en una entrevista en Antena 3 el 18 de Julio que había que dejar de hablar de sus supuestas irregularidades en su formación de masteres y estudios en Aravaca ( el Harvard castellano), porque eso es fruto del pasado. Para este muchacho lo de los cuerpos enterrados en fosas comunes tras el triunfo fascista debe de ser algo así como las guerras púnicas, aunque para mi que eso es más fruto de su ideología “liberal-conservadora”.
Otro temita que se lleva mucho ahora, aprovechando que se le ven las verguenzas al emérito rey, es la iniciativa que la izquierda republicana española esta intentando poner en la agenda política. Un referéndum para que la ciudadanía se pronuncie sobre la forma del estado, monarquía o república. Es algo que a mí personalmente no me gusta, dar la posibilidad a que una dinastía corrupta y puesta a dedo por un sanguinario dictador pueda ejercer la jefatura de Estado de forma perpetua, añadiendo a la voluntad divina, a que sus antepasados se lo montaron divinamente, a que ganaron una guerra, a que tienen un título entero en una constitución aprobada hace 40 años ( el neolítico para Casado), otro posible refrendo votado por sus súbditos. No se le puede dar otra oportunidad, los hechos demuestran que los reyes son cosas del pasado y sólo la abolición de la monarquía vía ruptura democrática puede que tenga algún valor más allá de lo simbólico.
Es obvio que lo simbólico tiene influencia, no es sólo lo chocante y ridículo que resulta la existencia de un ducado de franco o lo inaceptable que es que el dictador y su más sanguinario lugarteniente estén enterrados con honores. Lo que influye es la desigualdad en el trato, como que a un rey emérito no se le pueda juzgar, que un prior de la Iglesia no comparezca ante el parlamento porque no le da la real gana y no se le sancione de ninguna de las maneras y sobre todo, que las estructuras de poder económico sigan igual que siempre. A modo de ejemplo, este propio 18 de Julio, una trabajadora de habitaciones de hoteles (una kelly), denunciaba su explotación laboral y la de su sector de espaldas a cámara para evitar sufrir represalias, mientras tanto el representante del sector hotelero en la patronal salía dándose golpes de pecho por el empleo y riqueza que generaban las empresas turísticas.
18 de Julio, 82 años, cambian las formas, cambian los gobiernos, pero el yugo continúa.
Oruart
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