A favor del comercio local (por Álvaro Rodríguez)


En los últimos años, el futuro del pequeño comercio se ha complicado debido a la fuerte presión de las grandes superficies y centros comerciales, a la amenaza del comercio electrónico y a la crisis económica que ha golpeado especialmente a este sector.

Un tema de actualidad por las recientes reivindicaciones de distintas plataformas y colectivos en la ciudad de los cerros. Tras esas supuestas «medidas urgentes para el crecimiento, la competitividad y la eficiencia» se esconde un clarísimo apoyo de las instituciones ubetenses a los intereses de las grandes superficies frente al pequeño comercio.

Son muchos los beneficios del pequeño comercio. Reduce el impacto ambiental: mayoritariamente sus productores suelen ser productores locales y, así, se reducen el transporte, la contaminación y las congestiones de tráfico. Se emite menos CO2 a la atmósfera y se garantiza un mejor mantenimiento de la cadena de frío al ser menos los transbordos de mercancia.
A lo largo de la historia lo que llamamos «el centro de la ciudad» ha coincidido siempre con el centro comercial; el propio concepto de ciudad, en sí mismo, es un concepto basado en las relaciones sociales, entre las que ocupan un papel fundamental las relaciones comerciales. El comercio es, sin duda, un importante elemento revitalizador de la ciudad que mantiene los centros como lugares vivos llenos de actividad y de gente. El comercio es fundamental en la tarea de estructurar la ciudad.

Es lamentable la falta de voluntad política, de un gobierno supuestamente socialista, para la revitalización de los centros de nuestras ciudades. Tenemos que defender el urbanismo como disciplina al servicio de las personas: hacer la ciudad para el mejor desarrollo de las relaciones sociales. El modelo de ciudad lo debemos decidir los ciudadanos y, por tanto, debe ser un tema prioritario de la agenda política, especialmente municipal y autonómica.
Las ciudades que han apostado por un modelo «sin límites» se han encontrado con que los centros de sus ciudades están despoblados, y se han convertido en lugares poco atractivos, sucios, inseguros e incluso marginales.

También es importante no olvidar la relación entre grandes superficies y empleo precario, lo que supone en la actualidad un problema de inmensa magnitud puesto que las cotizaciones del empleo en estas superficies es insuficiente para mantener una hucha de las pensiones

Los pequeños y medianos empresarios y autónomos del sector de la distribución comercial minorista y sus trabajadores suponen en España más del 80% del empleo del sector, por lo que si defendemos el pequeño comercio, defenderemos a la mayoría, defenderemos a los de abajo contra los de arriba

Y luego está la cuestión fiscal. Los pequeños comercios son propiedad de nuestros, vecinos, que pagan aquí sus impuestos y gastan aquí su dinero. En el caso de las grandes superficies, los dueños, habitualmente, son desconocidas sociedades mercantiles que tributan poco y lejos, a veces, muy lejos de Andalucía

En conclusión, el pequeño comercio peligra y si este cae se llevará consigo una inmensidad de riqueza local la cual será sustituida por la mano de obra barata y la pérdida de poder adquisitivo de una sociedad por completo

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