¡Si no me das pelas no hay feria! (por Joaquín Pérez)




Atendiendo a lo publicado por UbedaIdeal hace escasas horas, según parece los usuarios de la Feria de San Miguel en su edición de 2018 no van a poder disfrutar de dos de las casetas que estaban montadas para este año. Concretamente las de las cofradías del Resucitado y de las Lágrimas. Y no se debe a ninguna incidencia, sino a la propia decisión de la empresa que tenía arrendada la explotación de las casetas, que ha “cerrado la persiana” sin siquiera consultar a las cofradías afectadas, según lo expuesto en el artículo del diario Ideal.

Y todo esto, incumpliendo lo expuesto en la Ordenanza Municipal referente a la celebración de los Festejos de San Miguel, que establece “que los caseteros deben mantener la actividad hasta el día 4 de octubre a las doce de la noche, momento en el que se dan por clausuradas las fiestas”, tal y como ha expuesto magistralmente Alberto Román en su reseña del suceso acaecido. Una ordenanza que ya había resultado polémica, precisamente por su división entre lo que algunos han criticado como “casetas de primera y de segunda” y la priorización de la cofradías en la ocupación de las casetas de la Feria de Úbeda, tal y como exponía UbeLibre días antes del comienzo de los festejos.

Sin querer negar, ni mucho menos el derecho de las cofradías a participar en las fiestas (aunque consideramos que deberían de hacerlo en condiciones de igualdad con otras asociaciones y agrupaciones ubetenses) nos resulta como poco curioso dos elementos fundamentales que nos permiten entender la cuestión.

Por un lado, la propia mercantilización de la Feria a través del arrendamiento de casetas, en un proceso en el que la Cofradía (en este caso) cede la explotación, y la empresa pone el trabajo y se lleva los beneficios, dando un donativo a quien le cede el espacio. Si bien no consideramos necesariamente ilegítimo esta práctica bastante habitual en la feria, entendemos que quizás el esfuerzo de los cofrades o de los miembros de asociaciones que gestionen casetas tiene que ser el motor de las ganancias económicas que estos obtengan en la feria. ¿Porqué? Desde nuestra perspectiva, por que así se implican a los diversos colectivos en las fiestas, y no se concibe la gestión de una caseta como una simple fuente de ingresos económicos, que como vemos, en este caso ha perjudicado, no solo al conjunto de la Feria, sino a las propias cofradías afectadas.

Por otro lado, que la propia priorización de las cofradías para ocupar los solares de las casetas, en este caso ha resultado negativa, porque al comunicarse a los beneficiarios a última hora, han tenido que echar mano, por lo que se ve, de una empresa hostelera, nada rigurosa en el cumplimiento de sus labores, y que actuando de forma ilegal y hermética (la decisión de desmontaje no se comunicó a ninguna de las cofradías) ha cerrado bajo su criterio unos espacios de fiestas, bajo el argumento de “no es rentable”. De forma unilateral, este empresario ha considerado que como no se cubrían sus objetivos económicos, era lícito dejar en la estacada a usuarios de la feria, cofradías arrendadoras, y cómo no, a la propia corporación municipal, que no solo va a tener polémica por la propia organización de la feria, sino por estos hechos, y con toda la razón del mundo.

Unas fiestas populares no pueden concebirse unicamente como una fuente de ingresos para ciertos grupos, que además, como planteamos, son privilegiados por la corporación municipal. No pueden concebirse así, porque la feria no tiene que ser únicamente “rentable”. Si bien las fiestas permiten a las entidades que participan conseguir fondos para financiar su actividad durante todo el año, el objetivo no es solo ese, sino el tener un espacio de ocio que permita acercar a la ciudadanía a esta entidades. Y no solo cofradías, que como decimos han sido reforzadas por el Consistorio de Toni Olivares, sino también otros agentes culturales de la ciudad que echamos en falta en esta Feria, como Asociaciones de Vecinos, asociaciones culturales, juveniles y de mujeres, sindicatos, partidos políticos y demás organizaciones que participan en nuestra ciudad, y que deben tener el derecho de poder acercarse a la ciudadanía y participar en las fiestas.

La Feria de San Miguel, al contrario de lo que se ha demostrado este año, deben ser las fiestas de todos y todas las ubetenses, y deben tener un carácter plural, cultural, que vaya más allá de una pura lógica económica y que puedan servir para el disfrute de toda la ciudadanía. Y como vemos, la lógica del dinero ha llevado a que dos casetas cierren con “nocturnidad y alevosía”, inhabilitando parte del recinto para el disfrute de los ubetenses de mala manera y en base a una lógica perversa que se ha ido consolidando durante los últimos años. Una lógica que expulsa o invisibiliza a los colectivos que quieren trabajar por una Feria plural, que prioriza la explotación económica sin más fin que vaciar los bolsillos de la ciudadanía ubetense, y a otra cosa.

Quizás tanto las cofradías afectadas, como el propio equipo de gobierno municipal deberían plantearse los principios fundamentales de la organización de las Fiestas de San Miguel, desde la pluralidad, la horizontalidad, el trabajo voluntario de los colectivos, y el buscar realmente el bienestar de los ubetenses, frente al “dame dinero o te corto la Feria”. Porque los ubetenses nos merecemos algo más, unas fiestas para todos y todas.

2 comentarios:

  1. Firmado el articulo a titulo individual ¿El sujeto plural en muchos párrafos del texto a quien se refiere exactamente?.

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  2. Desde UbeLibre hemos preguntado al autor por esa misma cuestión y nos ha contestado que el artículo es individual y el usar la primera persona del plural solo ha sido una forma de expresión.

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